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Enviado por Melva Lage Castro el 7, Oct 2020

Psicólogos especializados en ataques de ansiedad en Lugo, A Mariña, Foz, Burela, Viveiro, Ribadeo

Ataques de pánico: síntomas y cómo actuar

 

El ataque de pánico, también denominado ataque de ansiedad o crisis de angustia, consiste en una presentación repentina de miedo extremo, con una duración de varios minutos, que se acompaña de síntomas principalmente físicos y, en menor medida, emocionales. Suele presentarse como un episodio súbito de intensa angustia, en ocasiones sin causa aparente, que puede generar una sensación de profunda aprensión y malestar en la persona que lo sufre, pudiendo ésta incluso llegar a temer por su vida. Los ataques de pánico pueden producirse a lo largo del día y también durante el sueño - ataques de pánico nocturnos - ocasionando que la persona se despierte bruscamente y de modo inesperado, provocando una interrupción en el sueño.

 

Síntomas más comunes en los ataques de pánico

Los síntomas que suelen presentarse con mayor frecuencia en los ataques de pánico son los siguientes (APA, 2014):

  • Palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado
  • Sudoración
  • Temblores o sacudidas
  • Sensación de falta de aire, respiración dificultosa o asfixia
  • Dolor torácico o molestias en el pecho
  • Náuseas o malestar abdominal
  • Sensación de inestabilidad, mareo, vértigo, desmayo o aturdimiento
  • Escalofríos o sensación de sofoco
  • Sensación de entumecimiento o de hormigueo (parestesias)
  • Sensación de irrealidad (desrealización o despersonalización)
  • Miedo a perder el control
  • Miedo a morir

 

Qué hacer durante un ataque de pánico

  • Controlar la respiración

Mediante la respiración captamos oxígeno y expulsamos dióxido de carbono. Cuando se presenta un ataque de pánico suele producirse un incremento en la cadencia del ritmo respiratorio, generándose una respiración más rápida y profunda de lo habitual que denominamos hiperventilación. En este contexto, se produce un desequilibrio en los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre, es decir, se incrementan los niveles de oxígeno y disminuyen sustancialmente los niveles de dióxido de carbono. Ante esta situación, el organismo reacciona intentando recuperar el equilibrio perdido forzándonos a reducir el aporte de oxígeno. Esto es experimentado por la persona como una sensación de ahogo y falta de aire que, a su vez, ocasiona que trate de respirar de un modo más intenso, lo que generalmente conlleva que este estado de desequilibrio se mantenga o empeore.

Para intentar cambiar esta situación, conviene que respiremos de un modo regular, más pausado y menos profundo, inspirando el aire por la nariz y expulsándolo por la boca. También podemos emplear una bolsa de papel colocada alrededor de la nariz y la boca durante unos pocos minutos, lo que hará que respiremos el aire que acabamos de expulsar, ayudando de este modo a restablecer el equilibrio perdido entre los niveles de oxígeno y dióxido de carbono.

 

  • Contextualizar los síntomas

Es conveniente que seamos conscientes de que los síntomas que estamos experimentando se están produciendo en el contexto de un ataque de pánico; esto puede ayudarnos a no magnificarlos. Si bien estos síntomas ocasionan malestar cuando ocurren, normalmente durarán unos minutos y después se resolverán sin consecuencias importantes.

 

  • Cambiar el foco atencional

Cuando ocurre un ataque de pánico la atención suele centrarse de modo exclusivo en los síntomas que experimentamos (sensación de ahogo, dolor en el pecho, miedo a morir…), lo que puede conllevar una serie de pensamientos catastrofistas y el convencimiento de que nos va a ocurrir algo malo de modo inminente. Estos pensamientos generalmente ocasionan que la situación de pánico se mantenga o incluso que empeore. En este contexto, conviene que tratemos de cambiar nuestro foco atencional hacia pensamientos de carácter más neutro o positivo, para lo que podemos emplear distintos recursos (recitar algo que sepamos de memoria, deletrear palabras en orden inverso, recordar algún acontecimiento que nos resulte agradable, etc.).

 

Si los ataques de pánico se producen de modo reiterado es conveniente consultar con un especialista en salud mental para poder realizar una valoración del origen de la ansiedad, llevar a cabo la planificación de un tratamiento, así como efectuar un adecuado seguimiento de la evolución.

 

Nota. Los ataques de pánico suelen tener una duración de varios minutos, con un pico de malestar a los 10 minutos aproximadamente, tras los que los síntomas tienden a ir remitiendo. Si estos se mantuvieran durante más de 30 minutos sin experimentar mejoría, aparecieran otros síntomas nuevos o se produjera un incremento en el nivel de malestar, se deberá acudir a urgencias para una valoración del cuadro.

 

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